martes, 20 de abril de 2010




La muerte de Cristina Martín y la educación en las tecnologías.

Hace pocas semanas el asesinato de Cristina Martín a manos de una compañera de estudios nos heló la sangre. Las circunstancias del asesinato me recordaban algunas escenas de la última novela que acabo de leer: un mundo de pesadilla que Mc Carthy refleja en “La carretera”, recientemente adaptada al cine y con la que en 2007 ganó el Pullitzer.

Tras una catástrofe mundial, los supervivientes deambulan en un universo degenerado física y moralmente. Muchos hombres se han vuelto asesinos caníbales, ladrones, seres sin principios… En este mundo un padre trata de cuidar de su hijo. Todo es aterrador en la novela… y sin embargo es un canto a la esperanza. Luego volvemos sobre ella.

Con la muerte de Cristina irrumpe de modo abrupto en nuestra realidad un universo siniestro en el que, más que navegar, surfean muchos de nuestros adolescentes. Cristina, como Marta del Castillo y quienes las han asesinado tenían en común su participación activa en una red social, como millones de nuestros adolescentes. ¿Conocemos esa realidad?

Lo primero que alguno dirá “es que no sé nada de eso y, además, mi hijo no está dispuesto a que me entrometa en su mundo”. Si esa es la respuesta que nos sale rápido, sin reflexionar demasiado, es una señal inequívoca de que necesitamos dedicar más tiempo a nuestros adolescentes.

A diario me encuentro con padres dispuestos a movilizarse, a hacer verdaderos sacrificios por mejorar la educación de sus hijos y que, sin embargo, les han abandonado por completo en un mundo virtual que ha estallado en los últimos años y que se va transformando cada semana con la disculpa de que “les ha pillado mayores”.

La revolución digital se ha presentado de golpe, sin darnos tiempo a aprender y los adolescentes nos han sacado clara ventaja. Así que lo único que han hecho ha sido explotar el éxito y construir el mundo con el que sueñan todos los adolescentes de todas las épocas: un mundo sin adultos, donde puedes ser o fingir ser lo que te propongas, sin límites. ¿Nosotros no hubiéramos hecho lo mismo?

Hemos abandonado a nuestros adolescentes cuando abordamos uno de los retos tecnológicos-culturales más vertiginosos de la historia. La televisión es un trasto de lo más aburrido para ellos. La combinación de la red con el móvil, es imbatible y son las llaves de entrada para ese nuevo matrix adolescente que se ha creado.

Al comenzar el curso, les hemos enseñado a estornudar de una forma nueva para que no se propagara la gripe A. Cuidamos su alimentación, hay campañas de vacunación. Tengo encima de mi mesa diversas ofertas para el verano de nuestros jóvenes increíblemente atractivas y a precios asequibles: piragüas, cursos en extranjero, viajes,… y siempre protegidos por seguros que cubren cualquier percance. Parece imposible que sin todos estos medios hayamos sobrevivido los nacidos en los sesentas, y me alegro que hayamos mejorado en este aspecto.

Pero, por otro lado, de golpe y porrazo, les hemos dado las llaves de una herramienta que encierra lo mejor y lo peor del ser humano y todo a la distancia de un clic. Y se lo instalamos en su habitación, y además no nos molestamos en aprender a manejarlo. También, como muestra de cariño, les regalamos el juego que nos reclaman sin que ni siquiera echemos una ojeada para comprobar para qué edad es adecuado. Tampoco tenemos tiempo para jugar una partida con ellos. Luego, si en el videojuego se apuñala y la sangre salpica la pantalla y sobra sadismo, parece que no importa demasiado.

Si por fin consigues dar un paseo con tu hijo por ese matrix, pregúntale cómo pudo pasar lo que pasó a Cristina, a Marta y a otros tantos. Si escuchas, sin mostrar sorpresa, descubrirás un mundo sorprendente, siniestro y comprobarás que no está tan lejos de él. Tírale de la lengua, o mejor, escúchale sin prisa, sin interrumpirle y te contará historias en las que junto a cuestiones habituales y propias del mundo adolescente, existe también una inquietante fascinación por la violencia, lo siniestro, la muerte y un sexo embrutecedor. Te contará historias en las que la realidad y ese otro mundo de la red se entremezclan e interactúan: discusiones en la red que acaban en peleas callejeras, ciberbulling,…

¿Hemos sido responsables? La solución no está en combatir Internet, el móvil o establecer un control asfixiante sobre nuestros adolescentes que, por otra parte, no tolerarán.

Y vuelvo a la novela de McCarthy, el niño protagonista, que se ha quedado sólo en un mundo apocalíptico, hace dos preguntas decisivas a un hombre que se ha encontrado en la carretera: ¿Sois de los buenos? ¿Lleváis fuego?. El fuego representaba todos los valores que hacen al mundo humano.

Son las mismas preguntas que nos hacen nuestros adolescentes. Como a lo largo de toda la historia de la humanidad, siguen necesitando que les digamos dónde está el bien y el mal. Que les aportemos valores que caldeen ese mundo que está en construcción. A ellos les va a tocar conseguir que no sea un mundo frío y desolado, pero necesitan de nosotros.

Si queremos educar, tenemos que subirnos a esa ola digital en vertiginoso movimiento en la que ellos se seguirán moviendo con mucha mayor agilidad que nosotros.

pedrorayon@gmail.com

viernes, 2 de abril de 2010

Nace un blog ...

En el año 1994 se estrenó una magnífica película de Frank Darabont que en español se tradujo con el título "Cadena perpetua" y que su título original era “The Shawshank Redemp tion”. Hay quien asegura que posee el mejor desenlace de la historia del cine, y yo estoy de acuerdo con él. Estuvo nominada a 7 Oscar pero al competir con Forrest Gump y Pulp Fiction, finalmente, no obtuvo ninguno.

Tim Robbins encarna a un preso (Andy Dufresne) condenado a cadena perpetua. Andy habla a sus compañeros de prisión de un lugar al que, contra toda esperanza, irá algún día: Zihuatanejo. Allí encontraría la paz, el refugio .... la felicidad pero, sobre todo, de allí saca la fuerza para superar, con inquebrantable esperanza, la durísima y asfixiante realidad cotidiana.

Y esto ¿ qué tiene que ver con nuestra vida?. Pues me parece que mucho; todos necesitamos un Zihuatanejo hacia el que ponernos en marcha y no quedarnos tirados y desesperanzados ante las nuevas tiranías que la tecnoestructura trata de imponernos, los golpes de la vida o el simple aburrimiento.

La belleza que nos rodea en la naturaleza y el arte en todas sus manifestaciones, los destellos de grandeza, luz y amor que emiten muchos de los que nos rodean, nos confirman que ahí delante sigue Zihuatanejo.

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Y toca llenar cada minuto para que los que nos siguen puedan trazar su ruta por caminos menos fétidos, y por eso hablaremos, y mucho, de educación.

Hoy nos ponemos en marcha en este viaje y cada semana iremos cubriendo etapas hacia ese lugar que nos inspira y da fuerzas para seguir.